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Bordero:  Nombre que se da al documento en que figuran relacionados una serie de conceptos respecto a cuales se facilita información concreta. (Enciclopedia de Economía, Finanzas y Negocios, Volumen I.  20 Tomos. Varios autores. Ed. CISS).

La relación de Joan Fuster y Max Cahner comenzó con una carta fechada el 27 de enero de 1959, en la que Bastardes i Cahner; fundadores dos años después de Edicions 62, ponian en conocimiento de Fuster la revista Germinabit (que después se convertió en Serra d’Or) en ella le proponian su colaboración para que aportara ideas y temas sobre el Pais Valencia y para que les sugiriera colaboradores de confianza. La relación se mantuvo hasta finales de los 80 del siglo pasado.

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Joan Fuster

EL  MITO JOAN FUSTER

La figura de Joan Fuster sólo se puede enmarcar dentro del ámbito nacionalista catalán, de los Premis d’Octubre instados desde la Generalitat Catalana en tierras valencianas y de poco más.

Su proyección nacional e internacional es la de un autor carente de interés, incluso desconocido. Nada más sencillo que utilizar cualquier buscador de Internet, fijar su nombre e ir añadiendo al lado diferentes lugares del mundo para observar que su interés, restado el de Cataluña, es nulo.

Su prestigio se ciñe pues al ámbito propagandístico catalán, panfletario, confeccionado a golpe de talonario porque su interés literario es inexistente fuera de su redil.

Su bibliografía es un conjunto de ensayos sin prestigio alguno, desconocidos la mayoría, salvo su autoría de “Nosaltres els valencians” -carente de mérito literario y a la sazón sin rigor histórico alguno- que ha sido encumbrado a la consideración de Biblia Sagrada por sus adoctrinados seguidores. Ensayo, dicho sea de paso, escrito en el corto espacio de dos o tres meses por encargo de Max Cahner (1). Es decir, de obligada ejecución.

Mito, que no libro mítico, sabiamente conducido y utilizado cual Mesías redentor de una tierra prometida. Un autor presentado como salvador de la patria aunque más bien como protector, resultó ser el inventor de un país inexistente.

Un mito, una leyenda, una mentira; como lo es el de una supuesta evolución personal que más tuvo de encomienda interesada con fines claros y precisos, igualmente económicos y en su beneficio, que de cualquier aporte ilustrado se tratase.

“Nunca entendí como acabó siendo Catedrático de Filología Catalana en la Universidad de Valencia” dice Antoni Furió en su libro con ocasión de la IV Jornada Joan Fuster, organizada por el Ayuntamiento de Sueca y la Cátedra Joan Fuster celebrada en la Ribera Baja en el no muy lejano año del 2006. Y lo explica con rica veracidad, con ausencia de crítica, por lo que queda ésta para cualquier lector libre de adoctrinamiento.

Joan Fuster ya en su último tercio de vida, no podía acogerse a la Seguridad Social ni a ningún otro tipo de seguro porque jamás había trabajado para empresa alguna; sus artículos semanales le daban para mal vivir y él mismo se definía como “jornaler de la escriptura”

Finalmente se dio de alta como autónomo agrícola gracias a un pequeño trozo de tierra heredado de su padre -tallista de imágenes religiosas, profesión que en la posguerra fue muy lucrativa por hechos de sobra conocidos y de quien se guarda una interesante crítica hacia su hijo silenciada incomprensiblemente- instancia destinada a obtener en su día una pequeña pensión.

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De tal guisa, había que dar una solución para que el Mesías Redentor tuviera una pensión digna. Y vaya si se la dieron: nada más y nada menos que “Catedrático de Filología Catalana en la Universidad de Valencia”, y… con todos los honores.

Eso sí, saltándose a la torera por el claustro universitario y ante un asombrado Luis Vives los méritos que las exigencias universitarias demandan para otorgar el puesto. Se las pasaron por el “arco del triunfo”, brincando a la ligera los obstáculos reglamentarios.

Joan Fuster, un mito, una mentira, un catalán de Sueca al servicio de una encomienda con el resultado de una leyenda, tan falsa como lo son todas las leyendas, y valga la redundancia.

Si los nacionalistas necesitan para su “templo sagrado” una capilla con su imagen predilecta y en alto pedernal, en Juan de la Cruz la tienen.

Su propio nombre le predestinó a ello.

(1)   Max Emanuel Cahner García  (Bad Godesberg-Alemania, 3 de diciembre de 1936-Barcelona-España, 14 de octubre de 2013)

Hijo de Max Emanuel Cahner Bruguera y María del Sagrario García Fuertes. Estos contrajeron matrimonio en Barcelona el 20 de junio de 1929 y emigraron a Alemania antes de su nacimiento a causa de la Guerra Civil Española. Debido a la persecución que sufrían las personas de origen judío bajo el régimen de Hitler, la familia volvió a España en 1937. Después de vivir una temporada en Galicia, volvieron todos a Barcelona.

El 1952 se matriculó en las facultades de Química y de Derecho de la Universidad de Barcelona. Obtuvo la Licenciatura en Ciencias Químicas y el Doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona y participó en el movimiento estudiantil antifranquista como miembro de la Assemblea Lliure del Paranimf (1957). En 1964 fue expulsado de España por su actividad nacionalista. Fue profesor de literatura catalana en la Universidad de Barcelona desde 1975 hasta que se jubiló, en 2006. Junto a Ramon Bastardes impulsó la nueva época de la revista Serra d’Or (1959) y en 1962 creó Edicions 62 que dirigió hasta 1969. En 1972 fundó Curial, Edicions catalanes. Fue uno de los principales promotores de la Gran Enciclopedia Catalana así como de la campaña el català al carrer. En 1985 fue nombrado presidente de la Universidad Catalana de Verano que se celebra en la localidad francesa de Prades y director de la nueva etapa de la Revista de Catalunya.

Fue uno de los fundadores de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) en 1976. Entre 1980 y 1984 ejerció el cargo de Conseller de Cultura y Medios de Comunicación de la Generalidad de Cataluña. Fue comisario del proyecto del Teatro Nacional de Cataluña, cargo que ocupó hasta que en 1992 dimitió por divergencias con Josep Maria Flotats. En 1994 abandonó CDC, fundando su propio partido, Acción Catalana, que acabó aliándose con Esquerra Republicana de Catalunya. En 1996 le fue otorgada la Creu de Sant Jordi.

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Carnet de Falangista de Joan Fuster Fuente

Sin ninguna titulación salvo la de Bachiller, le ficharon como profesor la Universitat de Valencia. En el 86 acabó el doctorado y obtuvo, a título gratuito, la plaza de catedrático. ¡Todo en 3 años!, siendo rector su amigo Ramón Lapiedra, y vice-rector su otro amigo Josep Guía. En el 80, le subvencionaron con 450.000 ptas. la edición de un libro. El gobierno autonómico del socialista Lerma le concedió en 1985 una renta vitalicia anual de 1.500.000 ptas.

Opiniones públicas que se tienen de este personaje:

Mario Vargas Llosa: “Joan Fuster fue siempre un mediocre literato de escaso rigor intelectual, un voluntarista historicista que se presentó como con un tono mesiánico y al que le interesó poco la realidad histórica, la evolución cultural o el devenir humano”.

Juan Garcia Sentandreu: “Joan Fuster, defensor de la catalanidad de los valencianos y promotor dels “Paissos Catalans” que, en otro tiempo, fuera león rampante de la España imperial de Franco”.

Teresa Puerto: “El totem Fuster, falangista de carnet y aprendiz obediente a las órdenes del poeta Dionisio Ridruejo (Jefe de la Propaganda Franquista en Barcelona) alcanzó cotas insuperables de obediencia servil a la Casta NAZIonalista catalana. Y así, de manera meteórica, se convirtió en el profeta llamado a destruir la identidad histórico-lingüística del Poble Valencià, convertido en esclavo de remensa de las huestes invasoras”.

Jesús Moya Casado

Associació Cultural Templers  de Burjassot©

PD: Juan Fuster Ortells (Joan Fuster), falangista, tiene una calle con su nombre en Valencia y ahora quieren cambiar el nombre de la calle «Samuel Ros», poeta  vanguardista, judio, falangista, compañero inseparable de Gómez de la Serna. Asiduo a la tertulia de Pombo y exiliado durante la guerra civil en Chile.