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1436, 1592, agrio, çucrers, cidras, cohete, confitura, coquillers, diacitrón, Dulce, Felipe II, Gragea, maná parda, mermelada, Monasterio de Gratia Dei, na rovella, Quart, Requena, Segovia, siglo XVI, Valencia, Valladolid, Zaidia
“¿Y los dulces? ¡Ave María! El tío Sento se había traído toda una confitería de Valencia. En sacos estaban los confites para tirar, las almendras roñosas, los canelados, todos aquellos proyectiles de azúcar y almidón, duros como balas, que habían de cubrir de chichones las cabezas de la pedigüeña chiquillería; y dentro, en el estudi, guardábanse las cosas finas: las tortas cubiertas de flores de caramelo y rematadas con mariposas que temblaban sobre un alambre, los tiernos pasteles de espuma, las bandejas monumentales henchidas de frutas confitadas…”
(Vicente Blasco Ibáñez (1893) Cuentos valencianos: ‘La Cencerrada’, 17)
El término “Siglo de Oro” español fue acuñado por Luis José Velázquez de Velasco y Cruzado, marqués de Valdeflores, erudito y anticuario del siglo XVIII. Lo utilizó por primera vez en su obra “Orígenes de la poesía castellana” publicado en 1754, originalmente se refería exclusivamente al siglo XVI y posteriormente otros autores lo ampliaron a los siglos XVI y XVII. Comprende un periodo desde la publicación de la “Gramática castellana” de Nebrija en 1492 hasta la firma del Tratado de los Pirineos entre España y Francia en 1659, y la muerte del literato Pedro Calderón de la Barca en 1681.
Conocido el origen de la expresión “Siglo de Oro”, podemos afirmar con rotundidad que los mejores dulces del Siglo de Oro español fueron los elaborados en Valencia. El Concejo de la villa de Valladolid, decidió enviar una embajada ¿gastronómica? a la ciudad de Valencia para ofrecer una “colación” al rey Felipe II, al príncipe heredero D. Felipe y a la infanta Isabel Clara Eugenia, en la visita a su villa natal durante el verano de 1592 que se prolongó casi dos meses desde el 27 de junio hasta el 25 de agosto. No sabemos por qué los regidores de la villa de Valladolid no fueron a Sevilla, Toledo, u otras partes en busca de dulces para la “colación” real pero si conocemos los esfuerzos de la villa de Valladolid, tanto dinerarios como logísticos, para agasajar al monarca y su corte con ‘Dulces Valencianos’ gracias a sus archivos. Suponemos que eran los mejores de toda España dada la envergadura de la compra, el coste de los embalajes, transporte y alguna que otra coima.
De la exquisitez de las confituras valencianas da fe el siguiente documento, en él se lee como el rey Fernando el Católico, II de Valencia, las prefería para su uso personal, sobre ninguna otra.
Consejo General de Navidad, celebrado en Valencia en 22 de diciembre de 1484. Cantidades suplidas por el Ayuntamiento de Valencia en nombre del Rey:
“E an Jaume Bonança, sucrer, per preu de LXXV lliures, setze onzes de conserves e de XXII lliures, III onces entre datils, codonys e vrots de ponçils e cinch lliures de cetrulli e per los pots e capses en que anaben les dites coses, CCCV solidos. E an Franci Vidal per preu de LXXXX capses de carn de codony e deu capses de troços de carn de codony e per les capses, CCCLXXVIII solidos… E an Jaume Domenech per preu de quinze lliures de torrons Blanch de avellana i sis dotcenes de casques, LXI solidos, III diners… E an Jaume Bonança, sucrer, per preu de marçapans, conserves, maná e altres confits comprats de aquell per obs de trametre al dit Senyor Rey”. (Martí, M. G. (1942). Azulejos gremiales valencianos. Saitabi. 5)
En el azulejo de la izquierda, colocadas en un basal, aparecen seis vasijas de las llamadas “meleros” o “confiteras” que hasta finales de los setenta (siglo XX) todavía se utilizaban para la venta de arrope por la calles de los pueblos valencianos”. (Martí, M. G. (1942). Azulejos gremiales valencianos. Saitabi. 4)
〈Museo de cerámica de Barcelona. Nº de inventario: 52193. Cerámica de Manises. Descripción: Del gremio de los confiteros, fechado en 1450〉
Diego de Colmenares (1586-1651) sacerdote e historiador, cronista de la ciudad de Segovia menciona las confituras y conservas valencianas que se sirvieron en la boda real de Felipe II con su cuarta esposa Doña Ana de Austria, en la Sala de Reyes del Alcázar de Segovia, el 14 de noviembre de 1570:
“… Había la ciudad traído de Portugal y Valencia preciosas conservas y confituras, para dar en ésta fiesta a los reyes, damas y señores. Llevóse todo a la casa del bosque, para donde los reyes partieron domingo 19 de noviembre; y de allí á Madrid que los recibió con grandeza”. [De Colmenares, D. (1846). Historia de la insigne ciudad de Segovia, y compéndio de las historias de Castilla (Vol. 3). Baeza. Cap 44, XX, 203-204]
Colación: El bocado que se toma por la tarde el día que es de ayuno, que no se ha comer más que una vez al día –Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1621) Sebastián de Covarrubias, 223-. El Diccionario de Autoridades (1726) Vol II, 404, en su primera acepción es descrita como: Se suele llamar cualquier género de dulce confitado. Las colaciones eran confituras o bocados que se daban para acompañar a la bebida en bautizos, desposorios, festejos o en agasajo a personajes importantes. También era la porción de cascajo (frutos secos con cáscara), dulces, frutas u otras cosas de comer que se daba los criados el día de Nochebuena.
En el verano de 1592 durante la visita de Felipe II a Valladolid, los días de toros y juegos de cañas, “unos ganapanes [1] montaban el bufete y las mesas para la colación real y trajeron los cofres desde el Regimiento hasta el tablado de la villa, con la colación que se llevaba de lo de Valencia para Su Magestad y sus Altezas”.
Después de la visita real llegó la hora de rendir cuentas:
“En la villa de Valladolid a veinte y nueve días del mes de Marzo de mil quinientos y noventa y tres años, el señor don Juan Perçel y Peralta, corregidor de esta villa y su jurisdicción por su magestad, y don Jerónimo de Vega y Jerónimo de Vitoria regidores y contadores de esta villa y comisarios nombrados por el ayuntamiento para tomar la cuenta del dinero que fue a su cargo a Gaspar Bravo para ir por la colación a la ciudad de Valencia para la buena venida de Su Magestad y Altezas a esta villa…
CARGO
“Hacesele cargo al dicgo Gaspar Bravo de quinientas y veinte mil y doscientos maravedís -520.200- (actualmente alrededor de 100.000€) que por orden y mandado de esta villa recibió de Juan Bautista Gallo depositario general para ir a la ciudad de Valencia a traer las colaciones para la venida de Su Magestad y Altezas a esta villa”. La cuantía dedicada en la compra de Dulces Valencianos, ascendió a 359.465 maravedís (+-69.000€), el resto: personal, hospedaje, manutención, embalaje, transporte e impuestos…
DESCARGO
Nuestra intención no es pedirle cuentas a Gaspar Bravo de los dineros confiados a su persona por los regidores de la villa de Valladolid para la compra de Dulces Valencianos; podemos afirmar que Gaspar Bravo fue un leal servidor de la villa y justificó hasta el último real tan magnífico dispendio municipal.
La comitiva vallisoletana pago “siete reales de los derechos de registros, guardas, en Requena, Sieteaguas, Quart hasta llegar a Valencia” y “real y medio de un volatín [2] que tomo en Buniol (Buñol) para entrar en Valencia que guardaban de peste”.
Instalada en Valencia la comitiva vallisoletana, lo prioritario fue encargar al pintor valenciano Juan Rodríguez, varios cartones con las Armas de la villa de Valladolid.
Armas de la Villa: “Bordadas en las gualdrapas [3] de las mulas de los atabaleros [4] y pintadas en dos tarjetas [5] en la galera real. A veinticuatro reales que pagó a Juan Rodríguez, por veinticuatro escudos que pinto en lienzo con las Armas de Valladolid, los cuales puse en los tercios [6] desde Valencia hasta Valladolid para que se entendiera lo que era”.
〈Uno de los escudos con las Armas de la villa de Valladolid que aparecen al pie de diversos privilegios del siglo XVI, conservados en el Archivo Municipal de Valladolid. Fuente〉
〈Paisaje con galeras (1603). Obra de Jan Brueghel «el Viejo» (Bruselas, 1568 – Amberes, 1625). Museo del Prado, Sala 083
Felipe II, prohibió en 1578 tener coches de caballos a no ser que fueran para ser tirados por cuatro equinos que pertenecieran al propio dueño del carruaje. La Galera se utilizaba para el transporte de personas, entre 6 y 8, mercancías o ambas〉
Agrio de Cidra: Confitura de Cidra, comúnmente conocida como ‘Cabello de Ángel’.
Agrio: “El zumo agudo y algo acerbo [7] al paladar que dan de sí, el limón, naranja, cidra y otras cosas”. (Diccionario de Autoridades, 1726, Vol I, 123).
“Se compraron dos docenas de ollicas de Agrio de Cidra a Doña Gravia, monja de Icidia” (en el legajo original) y doce libras valencianas [8] (4,₂₆₀ kilos) de Bocados de mermelada”.
Icidia: Real Monasterio de Santa María de Gratia Dei -Monasterio de Zaidía- bajo la regla Cisterciense de la Común Observancia (Bernardas): rama femenina de la Orden del Císter para Damas nobles en la ciudad de Valencia. Monasterio extramuros frente al puente de San José.
Agua de Ángeles y Agua Almizclada: Son las llamadas ‘Aguas de olor’ utilizadas para dar olor a las confituras. La primera “Perfume confeccionado con flores, ámbar destilado y otras cosas preciosas y olorosas”. La segunda elaborada a base de almizcle, flores, sustancias olorosas y vino. Ambas compradas “… al vecino de Valencia, Sebastián Selma por trescientos y cinco reales, catorce moyos [9] (113,₇₉₂ litros) de Agua almizclada y cuatro (32,₅₁₂ litros) de Agua de ángeles para dar olor a las confituras y colaciones”. También se utilizaban para perfumar los manteles.
Agua de Ángeles: “Poniendo en infusión las flores del mirto y destilándolas se obtiene un agua astringente llamada agua de ángeles, muy apreciada por su excelente olor”.
Agua Almizclada: “El almizcle es un perfume muy fuerte, poco agradable si no se modifica con otros perfumes o con un poco de azúcar o de ámbar… El agua de almizcle se compone con espíritu de vino, esencia de almizcle, bálsamo de Tolú y agua de rosa”. [Muro, Ángel (1892) Diccionario General de Cocina, Vol I, 50]
〈Nobilis ac Regia Civitas Valentiae in Hispania. Plano de Valencia de Antonio Mancelli (1608). Museo Histórico Municipal de Valencia〉
〈Detalle del Plano de Mancelli (1608). Nº 47: Convento de Santa María Magdalena de las Madres Dominicas (actual plaza del Mercado)〉
En el convento de las Madres Dominicas de Santa María Magdalena de Valencia en la plaza del Mercado, “Se adquirieron 66 libras (23,₄₃₀ kilos) de Bocados de Flor de Azúcar” (Pequeñas porciones del azúcar más refinado o de ‘primera suerte de los azucones’ –azúcares-, que se pueden comer de un solo bocado) “a sora Ridaya por un valor de 8.976 maravedís, a cuatro reales la libra”.
“Sor Magdalena proporciono 77 libras (27,₃₃₅ kilos) de Bocados de Mermelada de Azahar y tres docenas de Vidrios [10] de Jalea de Agrio de Cidra y Azúcar”.
Jalea: “Conserva del zumo o licor de membrillo, u de otras frutas, que traban y congelan de modo que queda transparente y como helado”. (Diccionario de Autoridades, 1726, Vol IV, 316).
Y “sor Sola tres docenas de Vidrios de Jalea de Guinda, Confituras, Conservas y Bestiones de Azúcar” (Dulce elaborado a base de miel y azúcar cuya forma imita a los animales fantásticos).
Guinda: “Fruta pequeña, de color carmesí, casi redonda, con hueso muy fuerte, y pezón delgado y largo. Tiene un sabor agridulce, muy suave y delicioso”. (Diccionario de Autoridades, 1726, Vol IV, 96).
“… ciento y veinte reales pagados a Dalfina por cuatro docenas de Vidrios de Jalea de Membrillo y cinco libras y dos onzas [11] (1,₈₃₄ kilos) de Bocados ricos”.
“… cuatrocientos y setenta y seis reales y treinta y tres maravedís pagados a Luis Cambras por las Confituras tomadas de su tienda”.
“… cuatrocientos y cinco y medio reales pagados a mosén Agostín presbítero por las Peras, Pepinos Cubiertos y Diacitrón que de su tienda se tomó”.
〈Bodegón con dulces, Juan van der Hamen (Madrid, 1596-1631), 1627. Colección Samuel H. Kress, Washington, EEUU. Detalle: Vidrio con confitura de frutas. Fuente〉
“A Juan Heredia de la calle de San Vicente, 30 libras (10,₆₅₀ kilos) de Diacitrón, trece libras (4,₆₁₅ kilos) de Limones Agrios y once libras (3,₉₀₅ kilos) de Peras Cubiertas, 118 reales por dos libras (710 gramos) de Gragea Lisa (Especie de confitura muy menuda de varios colores, que ordinariamente sirve en las Carnestolendas para tirar unos a otros) a tres reales castellanos la libra valenciana y diez libras valencianas (3,₅₅₀ kilos) de Mana Parda (Llaman en las confiterías cierta especie de grageas más menudas que la ordinaria) a cuatro reales y medio castellanos la libra valenciana”.
〈Ángel Muro (1892) Diccionario General de Cocina. José María Faquineto, Editor. Madrid. Vol I, 668 y 669〉
“se le recibe en cuenta cuarenta reales que pago a Juan Bautista cajero por una gruesa [12] de cajas para el Diacitrón” y “… cuarenta y cinco reales y medio que pago a Juan Bautista cajero por diecisiete cajas diferentes que dio”.
“Trescientos y doce reales pagados a Juan Salvador por seis docenas de Membrillos en Azúcar dorados que pesaron setenta y ocho libras valencianas (27,₆₉₀ kilos)”.
El Real Monasterio de San Cristóbal de Valencia regentado por la comunidad de monjas canonesas de San Agustín y ubicado en lo que hoy en día es la intersección de las calles de la Paz y del Mar, frente a la calle de San Cristóbal.
〈Detalle del Plano de Mancelli (1608). Nº 52: Real Monasterio de San Cristóbal y Nº 59: Real Monasterio de Gratia Dei (Zaidia)〉
–“…más se le reciben y pasan en cuenta ochocientos y cincuenta y cinco reales y medio que se pago a Condona monja de San Cristóbal por treinta y cuatro libras (12,₀₇₀ kilos) de Limones (confitados) y setenta y seis libras (26,₉₈₀ kilos) de Ostiatas (Dulce con forma de concha o redondo. Ostia significa Ostra), quince libras (5,₃₂₅ kilos) de Agrio de Cidras, y veintiséis libras y media (9,₂₃₀ kilos) de Flor de Azahar”.
-“…más se le reciben y pasan en cuenta ciento y treinta y seis que pago a sora Brigida monja de San Cristóbal por treinta y cuatro libras (12,₀₇₀ kilos) de Bocados de Mermelada de Azúcar dorado ricos a cuatro reales castellanos la libra valenciana”.
-“…pasan en cuenta ciento y noventa y ocho reales que pago a la sobredicha monja por cuarenta y dos libras valencianas (14,₉₁₀ kilos) de Limones cubiertos de azúcar a cuatro reales y medio castellanos la libra”.
-“…doscientos y cuatro reales que pago a la sobredicha monja por cuatro docenas de vidrios de Jalea de Guinda regalada a cuatro reales y cuartillo castellano el vidrio”.
“… pago a Pedro Zifre sucrero (mestre çucrer – maestro azucarero) quinientos y noventa y seis reales por las cosas contenidas en su cuenta”.
El 12 de julio de 1436 se crea el ‘Collegi de sucrers de la ciutat de Valencia’: “Davant de mi Joan Miguel Moy y dels testimonis davall escrits fonch ajustat lo Collegi de sucrers de la present ciutat de Valencia en la casa de Pere Munos çucrer, situada en la present ciutat prop lo moli de na rovella… e llevar los abusos e inconvenients ques fan en la present ciutat enfer confitures rohines falsificades y sofisticades en preudany de lo publich y de reputacio dels çucrers de la ciutat y haver vist @ la experiencia que convenia fense escrit com se conta en les coses y capitols que aquells han fet y ordenat… a dotse del proposat mes de juliol y preconizats en publica crida per la present ciutat…” [Trabajos de investigación sobre el oficio de «confiter i sucrer», José Rodrigo Pertegás (1851-1930). Transcripción de un documento del siglo XV conservado en el Archivo del Patriarca de Valencia. Protocolo de Juan Miguel, 1436, signatura 24. – BIVALDI]
La alusión a ‘confitures rohines falsificades y sofisticades en preudany de lo publich’ es una clara referencia a la picaresca en la elaboración de confituras, sustituyendo el azúcar por la miel, mucho más barata.
“… se pasan en cuenta ocho reales que pago en Valencia a Domingo Carze de Junio en dar de beber a los oficiales que hacían las confituras porque trabajaron en días de fiesta y se diesen prisa y a los arrieros y a los embaladores”.
“… setenta y ocho reales que pago a Agostín de Nava dorador por dorar y platear treinta y cuatro docenas de cohetes.” En el mismo legajo (documento) menciona la compra de dos toros “Dos se corrieron de esta forma ante el Rey” es una referencia a los Toros encohetados y añade “A que demas de los toros que hasta aquí están comprados, se compren otros dos toros para los cohetes”. En las celebraciones taurinas (ss XVI-XVII) la salida del toro encohetado solía ir acompañada de un alarde de cohetes voladores.
“… más se le reciben y pasan en cuenta ciento y cincuenta y dos reales que pago a Francisco Benito cajero por las cajas grandes y pequeñas que dio para las cosas y confituras”.
“… a Salvador Frances veinte y ocho reales por cuatro cajas grandes para carga” y “cincuenta y seis reales por doce cajas grandes”.
〈Tacuinum sanitatis. Österreichische Nationalbibliothek, Viena. Signatur: Cod. Ser. N. 2644. Folio 98v (1390-1400). Tienda de un Confitero y Cerero, en el mostrador se pueden apreciar las cajas para las confituras conocidas por el nombre de confiteras〉
‘Cesta y cajas de dulces’. Juan Van der Hamen y León (1622). Izquierda: vidrio con mermelada y cajas para las confituras. Centro: cesta de productos confitados. Derecha: vidrio con miel. Museo de Prado. Obra no expuesta. Fuente
“… pasan en cuenta setenta reales que pago a maese Pedro embalador por el encajar y embalar las cajas y por veinte serones [13] de palma y las lias». [14]
“… pasan en cuenta cuatro reales que pago a Gero de Benavides escribano por carta de pago que ante él dio Juan Bautista de Castro banco de Valencia”. El escribano redacto una ‘carta de pago’ para ser librada en la Taula de canvis de la Ciutat de Valencia abonando a la comitiva vallisoletana la cantidad dineraria solicitada.
“… cincuenta reales que pago a los tres coquilladores de Valencia que echaron las armas y visitaron y registraron las confituras antes de que se embarcasen y nos dieron buen despacho por amor del señor don Gómez Manrique y Juan García de Terán, a quien llevé carta para el buen despacho”.
Los coquilladores o coquillers en valenciano, eran aprendices de hornero, su trabajo consistía en transportar la masa de pan, cazuelas, etc de los particulares al horno y tras su cocción, devolverla, estas iban marcadas con diferentes signos para evitar confusiones. Los coquillers podían ascender a la categoría de serreta o tallaor: trabajador que fabricaba la masa, la pesaba y la cortaba y por último accedía al grado de paler que cuidaba la cocción del pan, lo cual le confería el título de hornero. [15] En la Valencia del siglo XVI la mayoría de hornos estaban regentados por moriscos y en menor medida por cristianos nuevos. El comentario del delegado vallisoletano respecto “a echaron las armas” alude a la inspección de las confituras, desarmados. También verificaron que las marcas y pesos de las confituras correspondían a las comandas de la embajada vallisoletana.
“… más se le reciben y pasan en cuenta seiscientos y cincuenta y nueve reales y veinte y nueve maravedís que pago en Valencia de los derechos de todas las confituras, conservas y cosas que se trajeron = que fue el general = quema = sisa = peaje = y todos los derechos que se pagan en las tablas de Valencia”.
Impuestos y tasas en la Valencia del siglo XVI:
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- Generalitat:
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General de la mercadería: Gravaba, con algunas salvedades, la circulación de mercancías.
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- Regalía de la Corona:
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Quema o Duana: Impuesto a los mercaderes que comerciaban entre los reinos de Valencia y Castilla. Financiaba las garantías jurídicas de los mercaderes en el comercio entre las dos coronas ante cualquier tipo de contratiempo y acabó convirtiéndose durante el reinado de Alfonso V de Aragón, III de Valencia en un arancel aduanero.
Peaje: Era una tasa que se pagaba por el tránsito de las mercaderías en las vías públicas.
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- Impuesto Municipal:
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Sisa: Impuesto municipal para hacer frente a los gastos corrientes de la ciudad. Las ‘sisas’ se imponían a los artículos de mayor consumo como el pan, la carne, el vino, el vinagre y el trigo entre otros. El 15 de septiembre de 1561, se implanto una nueva ‘sisa’ de 1 dinero por libra de mercancía. [16]
“… cuarenta y cinco reales que pago a guardas y sobreguardas en Valencia al salir y en Quarte (Quart) y en Buniol (Buñol) y en las Ventas y en Sieteaguas y en Requena hasta la entrada en Castilla”.
En la aduana de Requena se le entregan “… una caja de Grajeas y dos libras (710 gramos) de Cera valenciana por doce reales que presente a la del gobernador de Requena donde se nos dio buen despacho y aviamiento”. Alude a los regalos ofrecidos a la mujer del gobernador de Requena, como deferencia y para agilizar los trámites aduaneros.
“… más se le reciben y pasan en cuenta ochocientos y tres reales que pago a Alonso de Rojas gobernador en la aduana de Requena de los diezmos de las cosas y confituras no embargante que se debían de más”. Diferencia entre lo declarado y lo transportado.
“… ocho reales que pago en Requena los dos del registro y los seis al que pesó las cajas para la cuenta de los arrieros y el que lo habría de abrir no abrió más de una”.
“… se le reciben y pasan en cuenta seiscientos y setenta y un reales y medio que pago a Juan Marbán arriero vecino de Villavellid (Valladolid), recua de Francisco Rodriguez Gallinero vecino de Madrid por cuarenta y siete arrobas y seis libras [17] (589,₄₆₀ kilos) que trajo de Valencia a Valladolid a catorce reales la arroba”.
“… trescientos y treinta y cuatro reales que pago a Miguel Vira arriero de vecino de Quart por treinta y una arrobas (387,₅₆₂ kilos) que trajo desde Valencia a Valladolid al dicho precio”.
“… pasan en cuenta cuarenta reales y treinta y un maravedís que pago de portazgos barcajes peajes de esta Hacienda. Doce maravedís por carga en Valencia a Requena, en Pajazo (Puente de Pajazo, Venta del Moro, Valencia), en la Venta de Talayuelas (entre Buenache de Alarcón y Villar de Cañas, ambos en la provincia de Cuenca), en Saelices (Cuenca), en Fuentidueña (de Tajo, Madrid), Arganda, Vaciamadrid y Madrid, Guadarrama, Venta de Herreros (Otero de Herreros-Segovia) y en Boecillo (Valladolid)”.
〈Reportorio de todos los caminos de España en el año de gracia de 1543. Detalle: Valencia-Valladolid. El primer Reportorio de los Caminos de España se publica en Medina del Campo, 1546, por el impresor de Pedro de Castro a costa de Juan de Espinosa -Juan de Spinosa-, (mercader de libros -editor- de Medina del Campo) y es un libro “hasta agora nunca visto”; se titula “Repertorio de todos los caminos en el qual allaran qualquier viaje que quieran andar muy provechoso para todos los caminantes”. Compuesto por Pero Juan Villuga valenciano, en 1543; año de edición del mapa. Correo Mayor de Carlos I de España〉
En 1264, Requena recibe el privilegio del Puerto Seco instituyéndose en Aduana de Castilla. En 1289 Alfonso III de Aragón, I de Valencia recomienda la ruta Cuenca-Requena- Buñol-Chiva como la más segura para los comerciantes procedentes de Castilla que mercadeaban con el reino de Valencia pero uno de los grandes obstáculos en el tránsito entre Castilla y Valencia era el impetuoso e intrincado rio Cabriel, con sus temibles avenidas, complicada orografía de meandros y cañones. El Puente de Pajazo fue la principal vía para evitar las dificultades orográficas del terreno, previo pago de los derechos de pontaje, pasaje y peaje. Las ruinas del Puente de Pajazo se encuentran desde 1976 bajo las aguas del embalse de Contreras, entre Valencia y Cuenca, en el cauce del río Cabriel.
〈Fuente〉
Felipe II, sobrio y morigerado en la mesa, visito Flandes en dos ocasiones, la primera como príncipe y la segunda ultimando la abdicación de su padre, Carlos I. Sentía debilidad por la fruta, la leche y la mantequilla, las dos últimas descubiertas en sus viajes a Flandes; estos gustos reales ampliaron el recetario de la cocina española a los dulces con frutas en conserva, con natas y requesones y con pasteles de leche. Tales golosinas se ofrecían frecuentemente en las colaciones y meriendas con ocasión de las entradas reales en las ciudades. Así, en 1592, Valladolid le ofreció una gran variedad de confituras de flor de azahar, de gragea o de maná parda, mermeladas de cidras, bocados de mazapán de cifras y letras o con agrio de limones, azúcar guindado, bastones de azúcar, dátiles alcorzados, [18] natas, naranjas rellenas cubiertas de alcorza. [19] Esta colación vallisoletana prestigió definitivamente a la confitería del Reino de Valencia como una de las más refinadas de España.
Todos los asientos mencionados en este artículo forman parte del legajo 1023, sin firma (s.f.), conservado en el Archivo Municipal de Valladolid (AMVA)
Javier Martínez Santamaría©
Associació Cultural Templers de Burjassot®
[1] Ganapán: Hombre que se gana la vida llevando recados o transportando bultos de un punto a otro.
[2] Volatín: (De volar) Volatinero. Española, R. A. (1809). Diccionario de la lengua castellana. 1028. En lenguaje coloquial carruaje de tracción animal, ligero y rápido.
[3] Gualdrapa: Cobertura larga, de seda o lana, que cubre y adorna las ancas de la mula o del caballo.
[4] Atabalero: Tañedor del atabal, pequeño tambor.
[5] Tarjetas en la galera real: Laterales de la cubierta de tela de la galera. Galera: Carruaje bastante grande dispuesto sobre cuatro ruedas para el transporte de personas o mercancías. La cubierta, de una tela muy resistente estaba sujeta por aros de madera y cañas que surgían de los laterales. La abertura delantera y la trasera podían estar tapadas mediante cortinas.
[6] Poner en los Tercios: Flanquear la comitiva.
[7] Acerbo: Áspero al gusto.
[8] Libra valenciana: 355 gramos.
[9] Moyo: Antigua medida castellana para líquidos (10 moyos=81,280 litros). [Suarez, Antonio (1852, Valencia) Nuevo sistema de medidas, pesas y monedas que ha de regir en todas las Provincias de España. Tabla 98].
[10] Vidrios: Tarro de cristal esférico para guardar fruta en almíbar, confitada o mermelada.
[11] Onza valenciana: 29,5833 gramos.
[12] Gruesa: Unidad de almacenamiento, equivale a doce docenas (144 unidades).
[13] Serones: Cesta grande, alargada y estrecha, generalmente de esparto, que se coloca sobre los animales de carga y sirve para transportar carga.
[14] Lía: Soga o cuerda gruesa de cáñamo o esparto machacado, tejido como trenza.
[15] VALENCIANOS, L. (1859). Los valencianos pintados por sí mismos. 286-290.
[16] Orts, A. F. (2004). Problemas de abastecimiento y política fiscal en la Valencia del siglo XVI. Estudis d’història agrària, 431.
[17] Una arroba castellana: 12,₅₀₂ kilos. Onza castellana: 28,₇₅₅₂ gramos.
[18] Alcorza. Pasta blanca de azúcar y almidón con la que se recubren o se hacen dulces.
[19] Rojo Vega, o. c. Martínez Llopis, M.: La dulcería española, recetarios histórico y popular. Madrid, 1999.
Bibliografía:
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