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~ Investigación, divulgación histórica de Burjassot, Valencia…

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Archivos mensuales: mayo 2018

Breve apunte histórico de los regadíos en el Reino de Valencia. (Íberos y romanos)

20 Domingo May 2018

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Acequia, Acequia de Moncada, Acueducto, Aspe, Azud, Época republicana romana, Íberos, Cartago, Castellón, Centuriaciones, Contestanos, Dénia, Digesta sive Pandecta iuris, Edetanos, Elche, Huerta, I a.C., I d.C., II a.C., II d.C., III d.C., Ilercaones, Imperio Romano, Játiva, Júcar, L´Eliana, Lex rivi Hiberiensis, Ley de Urso, Manises, Marco Antonio, Mijares, Millars, Noria, Palancia, Qanat, Quart de Poblet, regadío, Ribarroja, Roma republicana, Romanos, Sucro, Tabula Contrebiensis, turia, Valencia, Villamarchant

“¿De qué servirá que remováis la tierra con máquinas perfeccionadas, y la saturéis de sales y la pongáis en manos de un sabio? Con harina sola, máquinas y ciencia, ¿hará el sabio pan si carece de agua?”.  Joaquín Costa Martínez (1846-1911).

Uno de los temas de mayor interés dentro de la historia rural es, sin duda, todo lo relacionado con el regadío. En primer lugar es uno de los grandes debates historiográficos, pues las opiniones sobre su origen son muy dispares. Romanistas y arabistas se enzarzan en discusiones interminables y estériles. En España, antes de la llegada de los romanos y, por tanto, de los musulmanes, ya hay sistemas evolucionados de riego. Ambos supieron aprovechar y mejorar los sistemas de riego que encontraron con la aplicación de nuevas técnicas hidráulicas.

La opinión más tradicional sobre el origen de los regadíos en el reino de Valencia, sostiene que el sistema de riegos valencianos es de origen musulmán. Tesis defendida en las Cortes de Cádiz por el diputado valenciano Borrull i Vilanova.

La aparición del regadío en el Levante hispano pudo estar relacionada con una acentuación relativa de la sequía en el Mediterráneo, poco antes de la mitad del segundo milenio a.C., coincidiendo con una serie de perturbaciones en el Mediterráneo oriental que paralizaron el comercio, de forma que la depresión económica resultante obligó a las culturas autóctonas a modificar sus sistemas de vida. En los yacimientos alicantinos de la Illeta dels Banyets y l´Alcudia, destruidos ambos hacia el 330-340 a.C. aparecieron unos legones, instrumentos agrícolas que hoy se utilizan para el regadío a muy pequeña escala, estos legones, establecen la presencia del regadío en nuestro reino hacia los siglos VIII-VI a.C.

El contacto con la civilizaciones del Oriente mediterráneo supuso el primer gran paso hacia la difusión y el perfeccionamiento de los sistemas de riego íberos. Los “sirios” (fenicios y griegos), trajeron con ellos, unas técnicas de riego conocidas en el Creciente Fértil desde el quinto milenio a.C., como los qanat y las norias (mecanismos de conducción o de elevación del agua) y los azud (barrera hecha en los ríos con el fin de facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usos).

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Esquema de un qanat (Fuente). Noria romana (Fuente). Esquema de un Azud (Fuente)

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Los cartagineses introdujeron algunos cultivos intensivos, como los frutales, que ya se cultivaban en la propia Cartago y en el periodo inmediatamente anterior a la conquista romana debieron existir algunos cultivos industriales destinados al abastecimiento de las metrópolis y a la exportación. Un claro ejemplo es el famoso lino de Játiva (Saetabis), que alcanzó gran prestigio en todo el mediterráneo, aludido por autores romanos  como Plinio, Catulo (Poemas XII 14-17): “Pues pañuelos de Saetabis me enviaron de Iberia / como regalo Fabulo y Venario / que los ame es necesario / como yo a Veranolio y Fabulo amo”, Polibio o Gracio Falisco. El vino de la comarca de Lauro (Líria) “son muy finos” según Plinio (NH XIV 71) y Marco Cornelio Frontón (115 1-4) cita el vino de Sagunto que se exportaba a Italia. Incluso a partir de estudios toponímicos y edafológicos (ciencia que trata de la naturaleza y condiciones del suelo, en su relación con las plantas) se ha podido demostrar la prerromanidad de sistemas de regadíos como el de Elche.

Justino, en su breve descripción geográfica de Hispania, señala cómo se emplean las corrientes tranquilas de agua —no los torrentes que pueden ser perniciosos— para el riego de campos y viñas: in hac [sc. Hispania] cursus amnium non torrentes rapidique, ut noceant, sed lenes et vineis campisque inrigui (XIV 1, 7); observación ésta última de la que también se hacen eco Columela (de re rust. V 5, 12) y Plinio (NH XVII 170 y 249). En el siglo I d.C. Silio Itálico alude al rio que pasa por Játiva como “Sucro rigantes undes” –El Júcar de olas regantes- (se refiere al rio Albaida, afluente del Júcar) en clara alusión a la importancia del sistema de regadío de la zona.

Lo romanos encontraron en tierras de los Ilercaones y Edetanos (Castellón), Edetanos (Valencia) y Contestanos (Alicante) cultivos de legumbres: guisantes, habas, lentejas, garbanzos etc; árboles frutales: higuera, almendro, granado, manzanos, algarrobos, perales, ciruelos, membrillos, etc, e injertos de ciruelo en manzano que da lugar a la malina y de ciruelo en almendro resultando la amigdalina. También olivos, vides, trigo y la famosa cebada tremesina, y la grablum considerada la de mayor calidad en la época, y los campos de esparto 〈había sido traído de África a Hispania por los púnicos (Plin., NH, XIX, 26)〉, al sur de Santa Pola (Alicante).

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LLoris, F. B., & Willi, A. (2012). El regadío en la Hispania romana. Estado de la cuestión. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, 33.

No debemos imaginar un complejo sistema de regantes como el actual, se trataba de regadíos a muy pequeña escala, ligados a los ríos. Las obras hidráulicas romanas se acometieron sobre un sistema mínimo, pero en todo caso preexistente.

Antes de iniciar nuestra breve cronología del regadío romano en el reino de Valencia, es necesario hacer una referencia a las condiciones climáticas de Hispania, entre el 300 a.C. y el 400 d.C. Este periodo es conocido como el “óptimo climático romano”, aportando un clima mediterráneo a la mayor parte de la Europa occidental, con veranos cálidos y secos e inviernos húmedos, idóneo para el sistema agrícola romano. La extensión y la duración de la Pax Romana fueron grandemente facilitadas por unas condiciones climáticas que favorecieron la organización económica, social y política romana. Cuando a partir del siglo III-IV d.C., el clima, poco a poco se transformó en  continental, más seco y frio; inicio de un “episodio frio” que duró hasta finales del siglo XI, coincidió con el desmoronamiento del Imperio Romano y las IIª Invasiones Bárbaras.

Durante la época republicana en Hispania (218 a.C., fecha del desembarco romano en Ampurias – 27 a.C.) probablemente no se realizasen grandes transformaciones en los sistemas de riego anteriores, debido al clima de inestabilidad política y social casi constante; para acometer obras públicas de envergadura es necesario un poder fuerte que garantice la paz, como lo atestiguan los restos de canales, acueductos y embalses construidos en época Imperial, aunque algunos autores opinan que el sistema de riego perfeccionado de la región del Mijares (Castellón) es de origen republicano.

La documentación escrita es más bien escasa. El testimonio jurídico más antiguo  de la existencia de acequias, sin duda de regadío, en Hispania muy probablemente se lee en el Bronce de Contrebia o Tabula Contrebiensis, 87 a.C. (época republicana),  recoge un pleito entre Alavonenses (de Alaun, Alagón-Zaragoza) y Saluienses (de Salduie, Zaragoza), para construir una canalización o hacer una traída de agua.

La “Lex Ursionensis”, colonia de “Urso” (Osuna-Sevilla). Esta ley fue promulgada por Marco Antonio en el año 44 a.C., y es muy posible que derive de un conjunto de proyectos legislativos llevados a cabo por César para unificar el régimen de las colonias y los municipios y de las leyendas epigráficas que hacen referencia a la legislación romana sobre el uso del agua. La Ley de Urso nos ofrece información sobre los usos y costumbres, todavía vigentes en algunos regadíos tradicionales de los Valles del Segura, Júcar y Turia. La misma ley hace distinción entre rio (fluvius), torrente (rivus), pozos (putons), fuentes (fontes), lagos (lacus), estanques (staqna), lagunas (paludes), y de carácter temporal (aqua paludensis), la manera de acceder al agua (itus), canalizarla y hacer derivaciones (iter aquaqrum), también sobre el aprovechamiento de agua sobrante (aqua caduca).

Por último la  “lex rivi Hiberiensis” o Bronce de Agón (Zaragoza), siglo II d.C. (Adriano) que contiene los estatutos jurídicos de una comunidad de regantes asentada en la margen derecha del río Ebro. La ”lex” trata de la organización, los derechos y obligaciones de sus miembros, la imposición de sanciones así como de los procedimientos fijados para conseguir su ejecución, además de recoger los mecanismos previstos para evitar la imposición de penas injustas.

En el Digesta sive Pandecta iuris (contiene miles de extractos de las opiniones de los jurisconsultos romanos: los iuras, del siglo I a.C. al siglo IV d.C.,  – Cuerpo de Derecho del Ciudadano Romano –), más conocido como Digesto, recopilación de normas legales desde el emperador Augusto hasta Vero, se indica “…que el agua de un río público se debía dividir para regar los campos en proporción a las posesiones que allí hubiere…”, también recoge una serie de normativas sobre el derecho a llevar agua a los “fundos” (explotaciones agrícolas), la servidumbre de paso. Regulaba las conducción de agua por superficie “aquae ductus”, la extracción de agua “aquae haustus” que lleva aparejado el acceso al pozo o manantial “iter ad hauriendum”, poder abastecer de agua al “fundo” vecino “aquae immissio”, los horarios que regulaban las aportaciones de agua “tandas”, y las horas de apertura y cierre de las conducciones de agua que debían ser escrupulosamente observadas. Estas funciones de vigilancia y ordenamiento del riego son similares a las ejercidas en la actualidad por las “Juntas de Hacendados” (Murcia), “Heredamientos de Acequias” (Murcia y Valencia), y el “Tribunal de la Aguas” (Valencia).

Los sistemas de regadío de origen romano documentados con restos arqueológicos se concentran, hasta el momento, en Valencia, Murcia, Andalucía y el Valle del Ebro, fundamentalmente entre ellos, cabe destacar en el Reino de Valencia: el de Mijares (Millars), el Bajo Palancia, el Bajo Turia y en el Bajo y Medio Vinalopó:

El rio Mijares (Millars), Castellón:

Millars

Morales Gil, A. (1992). Orígenes de los regadíos españoles: estado actual de una vieja polémica. Gil Olcina, A. y Morales Gil, A.(coords.): Hitos históricos de los regadíos españoles. Ed. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 27

Junto al Millars, que atraviesa la llanura de Castellón de la Plana, al sur del río, a la altura de las poblaciones de Onda y Villarreal, puede reconocerse un sistema de canales. Se han podido documentar tres acequias relativamente importantes y una presa. Parece ser que la acequia llamada “Les Argamasses“, que estuvo en servicio íntegramente hasta el siglo XIX y cuyo trazado aún hoy sigue en gran parte la Acequia Major, fue la acequia madre desde la que se regaba toda la huerta de la orilla derecha del Millars; las otras dos acequias, denominadas “Acequias del Diable I y II”, parecen derivar de la Les Argamasses. En cuanto a la presa, situada en el “Riu Sec“, presenta una canalización que debía conducir el agua hasta la actual población de la Alquería del Niño Perdido (Castellón).

El Bajo Palancia, Valencia:

Palancia

Morales Gil, A. (1992). Orígenes de los regadíos españoles: estado actual de una vieja polémica. Gil Olcina, A. y Morales Gil, A.(coords.): Hitos históricos de los regadíos españoles. Ed. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 28.

El sistema de Sagunto estaba alimentado por un conjunto de acequias que tomaban el agua del lugar de Sot de Ferrer. En la parte baja dos acequias principales, una a cada lado del rio Palancia, configuran una red divergente que aportaban agua hasta llegar a los marjales del litoral. Sifones, azudes y toponimia atestiguan el origen romano del conjunto.

El Bajo Turia, Valencia:

Bajo Turia

Morales Gil, A. (1992). Orígenes de los regadíos españoles: estado actual de una vieja polémica. Gil Olcina, A. y Morales Gil, A.(coords.): Hitos históricos de los regadíos españoles. Ed. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 29.

Este sistema tomaba las aguas del Turia en la “Pea“, entre Villamarchant y Pedralva, pasaba por el término de Ribarroja, donde se dividía en tres acequias, una por la margen izquierda y dos por la derecha que regaban respectivamente el Llano de Quart (Quart de Poblet) y la Partida de Perpinyanet (Vinalesa), para reunificarse después. Transcurre por los barrancos de Muncholina (Villamarchant), Porchinos (L´Eliana), Pedrara (cerca de Masías de Traver- L´Eliana) y Pou, para continuar hacia Manises y Valencia. Abundantes vestigios de restos romanos y toponimia pre-islámica viene a confirmar su origen romano, además de la existencia de los restos de un catastro de esa época –centuratio-.

De la  época romana (siglo II d.C) se han encontrado en la Huerta de Valencia rastro de dos posibles “centuriatones” en ambas márgenes del Turia, siendo el eje principal de este sistema de organización espacial la vía Heraclea, luego denominada Augusta.  La “centuriato” es la división de un terreno inculto en parcelas más o menos cuadradas para ser entregadas a colonos que las pongan en producción. Restos de una “centuriato” en el tramo final de la acequia de Moncada, esta zona que era pantano, se desecó a partir de la fundación de Valencia y la entrega de sus campos a los excombatientes de las campañas de Viriato, y tanto la construcción de la acequia de Moncada, como la “centuriato” (situada al norte de Valencia-margen izquierda del Turia), proceden de ese momento.

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(B.P: Antes del presente). González, P. C. (1990). La Formació de la plana al·luvial de València: geomorfologa, hidrologia i geoarqueologia de l’espai litoral del Túria. Departament de Geografia. Universitat de València. 41.                         En el dibujo adjunto se puede observar la línea de costa hace 2.300 años. La paulatina desecación de lagunas y marjales dando como resultado la configuración de la actual costa.

Valencia también contó, con un servicio de agua que llegaba a través de un acueducto, cuyos restos se han localizado a lo largo de las calles de Castán Tobeñas, Quart, Cavallers,  el entorno de la Catedral y Avellanes, disponía de un sencillo alcantarillado. El arco cronológico del acueducto está situado entre la época flavia (69-96 d.C.) y el siglo III, aunque es probable que continuara en uso hasta finales del siglo VI. Fue rehabilitado en época islámica y funcionó entre el siglo IX y el XI. El acueducto urbano en cualquier caso parece haber captado aguas del Turia en la margen derecha por medio de un azud, quizá cerca de Vilamarchant (de ser así tendría un recorrido de unos 16 km), aunque no es seguro.

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Sánchez López, E., & Martínez Jiménez, J. (2016). Los acueductos en Hispania: construcción y abandono. 168.

Centuriación de Ilici/Elche y las “Villae“, Alicante:

El Llano de Elche (Bajo Vinalopó), limitado por el Cabo de Sta. Pola y la Sierra de Borbuño al Este, la Sierra de Crevillente y el llano aluvial del río Segura al Norte y Oeste respectivamente, y las albuferas y el Mar Mediterráneo al Sudeste, donde se repartieron “130 yugadas de tierra desecadas y las travesías… (Bronce de la Alcudia)” a legionarios veteranos de la Guerras Cántabras (19 a.C.) y la centuriacíon del Medio Vinalopó (finales siglo I a.C.) en las tierras aluviales situadas en el entorno de los rios Vinalopó, Tarafa y rambla de Orito.

A día de hoy conocemos mediante técnicas cartográficas y restos arqueológicos que los dos brazos de la Acequia Mayor de Elche, tienen un trazado en tramas de zigzag o escalera formando ángulos rectos, lo que tendría su origen en la parcelación romana. Una vez saturada la “pertica” (extensión) de la colonia romana de Ilici, debido a su gran expansión económica, se hizo necesaria la incorporación al “ager publicus” (tierras rústicas comunales) de los terrenos más cercanos y a la vez más ricos de todo el entorno, estos se encontraban en el Medio Vinalopó donde se llevó a cabo una nueva centuriación casi tan grande como la ilicitana y que incluyó asimismo la dotación de construcciones hidráulicas (acequias y balsas).

Una característica de los sistemas de regadío al sur del reino de Valencia es la aparición de “villae” (casas de labranza romanas. En algunos territorios y zonas del imperio donde los núcleos de población no eran muy numerosos la forma de agrupación social eran las villae –que posteriormente darían nombre a lo que actualmente conocemos como villas, pueblos, pequeñas localidades), siempre aparecen relacionadas con algún tipo de obra hidráulica, por ejemplo la de Farsiura, al sur de L´Alcudia, en Elche, con un gran depósito de agua cerca, o la situada en Elda, en el lugar llamado “Las Agualejas”, en la orilla izquierda del Vinalopó, que presenta una acequia subterránea de bóveda de ladrillo. Son también abundantes los restos de cisternas, aljibes y depósitos, como el encontrado extramuros de La Albufera, cerca de Alicante y en el Medio Vinalopó la “Mansio Aspis“, actual Aspe.

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Respecto a las fuentes epigráficas solo reseñaremos la inscripción del siglo II d.C. encontrada en Denia, grabada sobre un bloque de piedra caliza y conservada en el Museo de Bellas Artes de Valencia: “A (…), quien canalizadas las aguas de lluvia con muchísimo gasto y por lugares difíciles, socorrió después a sus habitantes con el trigo proporcionado en un año de malas cosechas. Por decreto de los decuriones dianenses”. (Morales Gil, A. (1992). Orígenes de los regadíos españoles: estado actual de una vieja polémica. Gil Olcina, A. y Morales Gil, A.(coords.): Hitos históricos de los regadíos españoles. Ed. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid, 22).

Una mención especial merece el Acueducto de Peña Cortada, datado a finales del siglo I y principios del II de nuestra era, se desconoce la fecha exacta. La captación del acueducto tiene su origen en un lugar conocido como “El Nacimiento”, en el término municipal de Tuéjar, a una altitud de 580 metros sobre el nivel del mar. El resto mejor conservado corresponde al puente acueducto del barranco llamado de la Cueva del Gato.

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Cavanilles, A. J. (1797). Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia (Vol. 2). Imprenta real. 64

El acueducto tiene en total una longitud aproximadamente de 11 Km pero al final desparecen sus rastros por completo. No sabemos exactamente adonde llevaba el agua, aunque por sus características, de tipo “industrial”, lo más probable es que llevase agua para el riego de los campos de Villar, Casinos y Liria. Se ha especulado también con la posibilidad de que llevase agua a Sagunto, o la localidad de Chelva, pero ello no es probable. Para abastecer Chelva, no era necesaria una obra de esta envergadura, y los romanos siempre tendieron a evitar las obras innecesarias en la medida de lo posible. Por otra parte, Sagunto queda demasiado lejos, teniendo además la posibilidad de tomar agua de puntos más cercanos.

A modo de conclusión:

Aunque no podemos atribuir a los romanos la introducción de los sistemas de regadío en el reino de Valencia; originarios del periodo íbero-púnico, si podemos decir que fueron ellos los grandes impulsores y renovadores de dichos sistemas, no sólo en cuanto a las grandes redes de distribución, sino también en el riego a pequeña y mediana escala.

“Todo el sistema de regadío árabe es la continuación del romano, heredado posiblemente del cartaginés, que a su vez lo perfeccionaron con las técnicas tomadas del Egipto Ptolemaico”. (Blázquez, J. M. (1977). La administración del agua en la Hispania romana, 161.)

 

Javier Martínez Santamaría

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1546. Reportorio de Pero Juan Villuga, valenciano, de todos los caminos de España.

01 Martes May 2018

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Reportorio de todos los caminos de España: hasta agora nunca vistos en que allará que cualquier viajero que quiera andar muy provechoso para todos los caminantes. Lo puesto por Pero Juan Villuga, valenciano. Año MDXLVI. Con privilegio Imperial.

Los Repertorios de Caminos aparecen en España en el siglo XVI, pertenecen a la prosa didáctica y consisten en unas Recopilaciones de Viajes o de Itinerarios de unos lugares a otros indicando los pueblos, las ventas y los puentes por donde se ha de pasar, así como las distancias parciales entre dos puntos consecutivos del recorrido y las distancias totales.

Como antecedentes más remotos, en cuanto a relaciones de caminos en España, deben mencionarse el Itinerario Antonino (Itinerario de Antonino Augusto Caracalla, s III d.C.), el Anónimo de Ravena, los llamados Vasos Apolinares o de Vicarello y las Tabletas de Lépido en los que, en  época romana, se describían las calzadas, consignándose las mansiones y las distancias parciales y totales.

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Mapa de las Calzadas Romanas en Hispania basado en el “Mapa-Indice de Vias Romanas y Caminos Milenarios de Hispania”, González Arias, diciembre 2007.  “Miliario Extravagante” (Fuente).

Los romanos aprovecharon las rutas de comunicación que había en la Península desde épocas protohistóricas y que unían puntos fortificados y lugares de intercambio. Roma amplió esa red y pavimentó parte de ella haciéndola apta para carruajes, al tiempo que se construían puentes para sustituir vados y barcas o almadías de paso. La red llegó a tener unos 10.000 km. de rutas principales, el doble de caminos secundarios y unos 1.000 km. de vías fluviales.

Entre los diversos repertorios de itinerarios hechos por geógrafos árabes sobre Al Andalus, destaca el de al-Idrisi (1100-1165), que forma parte de una obra de geografía descriptiva mucho más amplia. Los itinerarios descritos muestran la continuidad y adaptación de la red viaria romana a nuevas necesidades y circunstancias, pero también hubo nuevas rutas, sobre todo en época de los taifas. Los autores ponderan el buen servicio de alhóndigas o mesones con agua y víveres (manzil o manázil) al final de cada etapa de camino, y la vigilancia de soldados (yund) para evitar el bandolerismo; pero no hay noticias sobre situaciones concretas ni sobre su evolución.

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Copia de la Tabula Rogeriana realizada por Muhammad al-Idrisi en 1154

La aparición de los Repertorios en la España del siglo XVI es síntoma manifiesto de la intensificación de los viajes por los caminos de la Península, que dio lugar a una demanda para este tipo de publicaciones y que justifica las reimpresiones de estas obras hasta finales del siglo XVII.

En la España del siglo XVI se generalizan los viajes a medias y largas distancias, que en los siglos anteriores habían estado reservados a reyes y a princesas. A finales del siglo XV empiezan a crearse las condiciones que permiten a muchas personas empezar a viajar; los Reyes Católicos establecen la Santa Hermandad, en 1476 en Castilla y, en 1487 en Aragón, utilizando procedimientos expeditivos aseguraban la tranquilidad de los caminos y vigilancia de los despoblados; en 1497 también por los Reyes Católicos, se crea la Real Cabaña de Carreteros, que agrupa a los profesionales del transporte y facilita el tráfico de las mercancías por los caminos peninsulares. Estas dos medidas debieron tener una gran transcendencia a efectos de facilitar la movilidad de la sociedad española de la época.

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Medios de transporte del siglo XVI. Coche de caballos de la segunda mitad de la centuria. Es de sección semicircular, sin suspensión y con el eje delantero giratorio. (Fuente)

A ello viene a sumarse el uso del coche, este nuevo vehículo, un carruaje en el que la caja iba suspendida por correas, tiene su origen en Hungría y el vocablo procede del nombre húngaro «Koscsimy» o carro de Kocs, aparece a finales del siglo XV. Este nuevo medio de locomoción, el coche, viene a facilitar y a impulsar los viajes, que antes se realizaban exclusivamente a pie, a lomo de caballería o en litera. En el siglo XVI, la utilización en demasía de los coches, por nobles y personas acomodadas, llegó a producir descontento entre las gentes, hasta el punto que tanto Carlos I como Felipe II se vieron obligados a promulgar algunas pragmáticas para restringir su uso.

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Medios de transporte del siglo XVI. Silla de mulas similar a la litera de Carlos I,
conservada en el Museo de Carruajes del Palacio Real de Madrid.
Es de destacar que, viajar en este artefacto, no era ningún placer. (Fuente)

Por otro lado, también a fines del siglo XVI, el correo cobra un nuevo auge en España, mientras en 1517 se ordenó que no se harían mover las postas sino por cartas o negocios del rey, hacia 1580 aparecen establecidos los correos ordinarios y periódicos en los territorios de la Corona, extendiéndose, por tanto, el uso del correo a los particulares, y en plazo breve todas las villas de alguna importancia tuvieron sus maestros de postas y sus correos periódicos a la corte, gozando algunas ciudades de una y hasta dos expediciones semanales.

 

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Jan Brueghel el Viejo, “Paisaje con galeras”, 1603. Óleo sobre tabla. (Fuente)

En cuanto a las personas que viajaban por aquellos caminos, donde se encuentra más información es en las fuentes literarias. Así, por ejemplo, el Quijote menciona a todos éstos: arrieros, carreteros, clérigos, frailes, estudiantes, mercaderes, labradores, comediantes, rameras, galeotes, castradores de puercos, caballeros como el del Verde Gabán, funcionarios y sus familiares, la pequeña corte del Duque en jornada de caza de altanería, peregrinos «con sus bordones, de estos extranjeros que piden limosna cantando», correos y, los más temibles, forajidos y bandoleros. Don Quijote los encuentra ahorcados, colgados de los árboles, y peor aún, vivos, en la figura de Roque Guinart, en el camino de Barcelona; también habla de ellos en Sierra Morena.

Respecto a cómo viajaban estos usuarios de los caminos, también nos vale la información del Quijote: casi todos andando o en caballería propia o alquilada, la Duquesa en litera, la señora vizcaína que iba a Sevilla en coche, los comediantes en carreta, el Oidor en coche, y la mujer del regente de la Vicaría de Nápoles que se dirigía a Barcelona con su hija, con doncella y con dueña, en coche también.

Pedro Juan Villuga

Pero o Pedro Juan Villuga, fue Correo Mayor (cargo instaurado por los Reyes Católicos para alcanzar cualquier punto de la península), es decir, correo del Consejo de Estado (creado en 1523 por Carlos I), órgano supremo en el gobierno de la España de los Austrias, éste cargo le ofreció la posibilidad de ser un gran conocedor de los Caminos de España a mediados del siglo XVI. Su ascendencia valenciana la conocemos, porque él mismo nos lo indica y aunque su Reportorio fue editado en Medina del Campo, su residencia podría ubicarse en Toledo, por su condición de alto funcionario en la corte imperial de Carlos I.

El Reportorio fue dedicado al Duque de Arcos, Luis Cristóbal Ponce de León (IIº duque) capitán general de una pequeña armada destinada en Flandes, combatió en la jornada de Dourlens (13 julio 1557) y posteriormente, Felipe II lo nombró embajador en Francia. Después de la sublevación de los Moriscos en 1570, recibió en recompensa por los servicios prestados, el Virreinato de Valencia, Luis de Ponce no llegó a tomar posesión y renunció al cargo en 1572. La dedicatoria no sabemos si fue iniciativa del propio Villuga o del editor, Juan de Espinosa. Espinosa estaba casado con Catalina Mejía, miembro de una familia de mercaderes de Medina del Campo especializada el negocio de la lana y, el Duque de Arcos también traficó esporádicamente con la lana castellana.

El primer Reportorio de los Caminos de España se publica en Medina del Campo, 1546, por el impresor de Pedro de Castro a costa de Juan de Espinosa -Juan de Spinosa-, (mercader de libros -editor- de Medina del Campo) y es un libro “hasta agora nunca visto”; se titula “Repertorio de todos los caminos en el qual allaran qualquier viaje que quieran andar muy provechoso para todos los caminantes”. Compuesto por Pero Juan Villuga, valenciano en 1543; año de edición del mapa (existe una reproducción fascimilar hecha por A. M. Huntington en 1902. Parece ser que existía también una edición valenciana de 1545). Los 139 itinerarios totalizan, 5.858 leguas, que corresponden a unos 38.000 kilómetros, que en plano se reducen a algo más de 18.000 kilómetros de caminos por las superposiciones de varios itinerarios o trozos de itinerarios sobre un mismo camino.

La intención de Villuga al publicar su obra fue para ser utilizada como guía de viajeros, obra de consulta a modo de los libros de viajes actuales.  Sus dimensiones de 14 x 10 cm le otorgan la característica de libro de bolsillo. La forma en la que aparece descrito cada itinerario es la siguiente: se enuncia primeramente el título del camino expresando el número de leguas que median entre la cabecera y el final, después sigue la relación de los lugares y las ventas por las que el camino transcurre, para mencionar -tras el nombre de cada estación- el número de leguas o medias leguas, que la separa de la precedente. Los números son romanos, adoptando indistintamente la grafía de “i” o “j” para expresar la unidad, siendo la unidad mínima de distancia la media legua, a veces representada por la letra “m”.

RL.3419 (2)

Repertorio de todos los caminos de España de Pedro Juan Villuga en el año de gracia de 1543. (Fuente)

En cuanto a la legua como medida de longitud, quizá un estudio detallado de los caminos de Villuga nos dará una idea de su valor en las diversas regiones españolas, pero es evidente que no podemos pedir al autor valenciano la precisión de la milla romana, tal y como se referencia en el Itinerario de Antonino. Un rápido cálculo comparativo con las distancias actuales por carretera da a la legua valores entre 5 y 9 km.

En el caso del Reino de Valencia, diremos que 11, de los 139 itinerarios, tienen como origen la ciudad del Turia y solo 3 la de Alicante y en el mismo reino, el monasterio de Valcristo es también origen de uno, el nº 10. En cuanto a destinos, ocho lo tienen en Valencia y solo dos en Alicante, aquí conviene tener en cuenta que Valencia durante el siglo XVI era la ciudad con mayor población de España (Barcelona, la quinta, Madrid que aún no era capital el 33º y Zamora el 31º). En el caso del Monasterio de Valcristo, era el itinerario que finalizaba en él, el nº 9.

Villuga 2

Prólogo del libro llamado Reportorio de los caminos de toda España, dirigido al estudioso y curioso lector.

En el prólogo atribuido a Pedro Juan de Villuga se ofrece este itinerario como guía para viajar entre los diversos lugares de la península y para tener a la Iglesia contenta, incluye entre esos lugares «las seys casas angelicales de Nuestra Señora», a saber: Montserrat, El Pilar, Toledo, Guadalupe, Peña de Francia y Burgos. Sin embargo, solo uno de los caminos tiene como destino Montserrat, siete Zaragoza, ocho Toledo, dos Guadalupe, uno la Peña de Francia y seis Burgos, esto indica que los destinos preferentes no eran las «casas angelicales» sino las principales ciudades peninsulares.

Santiago, parece conservar su importancia en el plano espiritual, que no en el demográfico, ni en el político ni en el comercial. Precisamente los tres itinerarios que finalizaban en dicho lugar de peregrinación tenían origen en Valencia y Alicante.

Prólogo:

“Andando escrudiñando con la pobreza de mi ingenio como pudiese hacer algún buen fruto y provechoso servicio al curioso lector, y deseoso de saber no cosas vulgares sino por la experiencia muy notorias: pareciome ser cosa conforme a nuestro apetito (pues todos los que esta vida vivimos somos caminantes), reducir a un orden y concierto todas las ciudades villas y lugares y hasta la ventas que en España hay, poniendo el cierto y verdadero camino y distancia que de una parte a otra hay, de la cual certidumbre de los caminos diversos mi larga peregrinación por toda España ha sido la maestra: y por tanto pienso que tomando el consejo desde mi reportorio para caminar a unas partes y a otras no poca congoja y solicitud quitara a los caminantes los cuales por ser informados falsamente y de oídas como dicen, pierden muchas veces los caminos o ya que no los pierden hacérseles muy largos de lo que son y muy trabajosos por haber sido engañados en su pensamiento, y esto juzgenlo los que en ello se han visto, así mismo podrán muy bien decir el que de este reportorio se quisiera aprovechar, aquel refrán castellano muy usado entre los que caminan, quien a lengua a Roma va: porque con más certidumbre se tomara lengua del que no de oídas como ya tengo dicho: volviendo pues a nuestro propósito el presente libro intitulado reportorio de los caminos se ha de leer por la ciudades villas y lugares dentro de la redondez de España desde el castillo de salsas y van por sus leguas de una en una y de media en media a Santiago y a Lisboa y a Sevilla y a Granada y la muy noble ciudad de Valencia, etc. Así mismo pueden visitar las señoras casas angelicales de nuestra señora viendo por el por donde andar, que es a nuestra señora de Monserrat (Monserrate) a nuestra señora del Pilar de Zaragoza, a nuestra señora del Sagrario de Toledo y a nuestra señora de Guadalupe, a nuestra señora de Francia y a nuestra señora de LaBlanca de Burgos: he querido aquí contar estas santas romerías para despertar a los devotos caminantes para que llegando a semejantes lugares se acuerden de hacer oración y encomendarse a quien también los puede socorrer y ayudar: por no ser prolijo solo una cosa la discreto lector quiero aquí avisar para dar fin a mi prólogo y es que si algunas faltas se hallare en libro por estar algunos vocablos corruptos o no bien acertados en sus propios nombres, atribúyanlo a diversidad de las lenguas las cuales solo un hombre no puede perfectamente entenderlas: y no a la culpa del autor pues la intención es buena”.

Captura de pantalla (98)

El Reportorio de Villuga. Transcrito y editado por Gonzalo Arias. Anexos de El Miliario Extravagante, 3. (3)  (Gonzalo Arias numera los caminos del 1 al 139)

ITINERARIOS LEGUAS ANTECEDENTES
nº 5     De Valencia a Barcelona

Itinerario

49 Vía Augusta. Milarios romanos: (Mojón) de Trajano en Traiguera, Coves de Vinromá, Cabanes, Borriol, Chilches, y Valencia (Adriano)
nº 6     De Valencia a Zaragoza

Itinerario

59.5  Calzada romana: Valencia, Sagunto, Teruel, Albarracín, Daroca y Zaragoza (No coincide con el Camino del Cid)

Ver nota a final de artículo¹

nº 9     De Barcelona a Valcristo, monasterio de Cartujos

Itinerario

49 Vía Augusta hasta Almenara y probable vía romana destino Teruel, desvío a Valcristo

nº 10   De Valcristo a Puerta Coeli, monasterio de Cartujos, por la traviesa de las montañas

Itinerario

2 Camino medieval entre montañas
nº 16   De Valencia a Guadalupe

Itinerario

86.5 Quart, Chiva, Caudete, Alarcón, El Pedernoso, Villacañas, Toledo, Talavera, Guadalupe
nº 48   De Valencia a Teruel

Itinerario

24 Probable vía romana
nº 49   De Valencia a Alicante, camino llano por la marina

Itinerario

30 Vía Augusta hasta Gandía, sigue por Oliva, Calpe, hasta Lucentum (Alicante)
nº 50   De Alicante a Santiago

Itinerario 50.1

Itinerario 50.2

178 Segundo Camino de Santiago.

Ruta Albacete- Madrid hasta Las Pedroñeras, desde donde se dirige hacia Toledo, atravesando tramos en desuso o ya desaparecidos de la red de carreteras. (no pasa por Madrid). Coincide de manera significativa con el actual Camino del Sureste.

nº 51   De Alicante a Orihuela

Itinerario

9 Elche, Albatera, Orihuela
nº 52   De Alicante a Ciudad Real

Itinerario

157 Villena, Chinchilla, La Solana
nº 53   De Orihuela a Murcia

Itinerario

4
nº 54   De Valencia a Murcia

Itinerario

34 Por Fuente La Higuera
nº 55   De Valencia a Alicante, camino de Játiva

Itinerario

22 Játiva, Alcoy, Alicante
nº 56   De Valencia a Madrid

Itinerario

53  Prácticamente el mismo itinerario de la antigua Carretera Nacional III
nº 57   De Valencia a Sevilla

Itinerario

104 Mojente, Almansa, Chinchilla, Balazote-Linares (N-322), Andújar, Carpio, Écija y Sevilla.

Vía Augusta, Vía Hercúlea como la denominan en Andalucia, también conocida como Vía Heráclea, finalizaba en Cádiz.

nº 58   De Valencia a Alcalá de Henares

Itinerario

55  Antigua N-III hasta Arganda, continua por la carretera M-300 (Arganda-Loeches-Alcala de Henares)
nº 66   De Valencia a Lisboa

Itinerario

143 Requena, Motilla del Palancar, El Pedernoso, Toledo, Cáceres.

Era uno de los caminos principales que comunicaba Valencia con Toledo (capital imperial, entre 1522 y 1561) , a través del paso o “puerto seco” fronterizo de Requena, donde los arrendadores de aduanas castellanos tenían una de sus fuentes principales de ingresos.

nº 67   De Valencia a Santiago

Itinerario 67.1

Itinerario 67.2

188 Primer Camino de Santiago por Cuenca y Burgos (no pasa por Madrid)
nº 79   De Valencia a Burgos

Itinerario

90 Mismo trazado desde época romana
nº 80   De Valencia a Salamanca

Itinerario

92
nº 92   De Valencia a Granada

Itinerario

75
nº 125 De Valencia a Cuenca

Itinerario

32 1er Tramo del Primer Camino de Santiago
nº 126 De Valencia a Monzón

Itinerario

44 Representa la segunda hipótesis del trazado romano entre Valencia-Zaragoza, este no pasa por Teruel, se adentra en el Maestrazgo: Borriol, Pobla de Tornesa, La Barona, La Pelejaneta?, Els Pujols de Dalt?, Cati, Vallivana, Morella, La Pobla d’Alcolea, Monroyo, La Cerollera, Belmonte de S.J., La Codoñera, Torrecilla de A., Alcañíz, Caspe…

Tramo de Castellón: Morella -Vallivana, por Catí (CV-128), emplame con la CV-15, hasta Nules.

nº 131 De Valencia a Lérida

Itinerario

42 Valencia – Tarragona (Vía Augusta), Tarragona – Lérida (Vía que figura en el Itinerario de Antonino)
nº 132 De Valencia a Tarragona

Itinerario

38 Vía Augusta

Captura de pantalla (100)Captura de pantalla (106)

Repertorio de todos los caminos de España (hasta agora nunca visto) (1951). Mapa diseñado por Gonzalo Menéndez Pidal según el original de Juan Villuga para ilustrar su libro “Los caminos en la Historia de España”, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1951. (Fuente)

¹Nota: Valencia – Zaragoza. Itinerario nº 6: Descripción del trayecto utilizado por el Cid en la conquista de Valencia, según el “Poema del Mio Cid”,  versos 64-71.

1.
2.
3.

Blázquez Martínez, J. M. (2008). La vía Augusta y el poema del Mio Cid. La conquista de Velencia por el Cid campeador. Torre de los Lujanes, (63). pp 47-49.

Descarga “Reportorio de Pedro Juan Villuga, valenciano” Edición fascímil en la Biblioteca de la Universidad de Toronto (Canadá):  https://drive.google.com/open?id=1iIzi1Gn5YZlkOH7HgTGZ6zmKua46x4Aa

 

Javier Martínez Santamaría

Associació Cultural Templers de Burjassot©®

 

Bibliografía:

Arias, G. (2002). El Reportorio de Villuga. Transcrito y editado por Gonzalo Arias. Anexos de El Miliario Extravagante, 3, Abril.

Arias, G. (2004). Repertorio de caminos de la Hispania romana: estudios de geografía histórica. Gonzalo Arias.

Blázquez Martínez, J. M. (2008). La vía Augusta y el poema del Mio Cid. La conquista de Velencia por el Cid campeador. Torre de los Lujanes, (63), 37-49.

Benítez Sánchez-Blanco, R. (1994). Nobleza y Señorío: el método. Cuadernos de Historia Moderna, (15), 384.

Cezón, J.A. Los caminos de Santiago valencianos, según el Reportorio de Caminos de Pedro Juan Villuga. El Nuevo Miliario. Boletín sobre Vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica. Número 8. Junio de 2009. 56-70.

Falah Hassan Abed Al-Hussein, Trade and Business community in Oíd Castile: Medina del Campo 1500-1575, presentada en la Universidad de East Anglia (Gran Bretaña) en 1982, Tesis doctoral. Adaptación y versión española es obra del Dr. Lorenzo Sanz, Director de la Historia de Medina del Campo y su Tierra. (Vol II – 11, 328-340).

Feliz, G. P. (1982). El Sistema Métrico Decimal. Su importancia e implantación en España. Cuadernos de historia moderna y contemporánea, 3.

Garza Martínez, V. (2012). Medidas y caminos en la época colonial: expediciones, visitas y viajes al norte de la Nueva España (siglos XVI-XVIII). Fronteras de la Historia, 17(2).

Hernando, M. D., & Quesada, M. Á. L. (2010). Caminos y ciudades en España de la Edad Media al siglo XVIII1/Roads and Towns in Spain from the Middle Ages to the Eighteenth Century. En la España medieval, 33, 347.

La Vanguardia: 22 de diciembre 1953,  7.

Meneses, A. D. (1976). Repertorio de caminos (Vol. 6). Ministerio de Educación.

Menéndez Pidal, G. (1951). Los caminos en la historia de España.

Uriol Salcedo, José Ignacio. (1990). Historia de los caminos de España. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1990-1992.

http://www.traianvs.net/viasromanas/index.php Vías Romanas. Presentación. Formulario de datos. Isaac Moreno Gallo©2004. Consultado: 09/04/2018.

 

 

 

 

 

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